Hay quienes piensan que el Marketing es materia exclusiva de grandes corporaciones. Es esa extraña ciencia con la que Apple se ha convertido en el líder de tecnología del mundo, o esa dinámica con la que Coca Cola inventó la navidad para vender más refrescos.
Mentira. El Marketing está en todo, y es para todos.
¿Te ha pasado que estás atorado en un intenso tráfico y tu vehículo simplemente no avanza? A lo lejos, ves un letrero: «Nieves de sabores, a 50 metros». Eso es marketing.
Una persona que vende nieve, tuvo el tino de comprender su mercado. Identificó una necesidad: satisfacer la sed, el antojo, el hambre o simplemente distraer la mente de una persona atorada en el tráfico. Se trazó su objetivo: vender nieves. Encontró que el medio más eficiente para hacerlo era un letrero que anunciara que vendía nieves, estudió a su público objetivo y se dio cuenta de que necesitaba advertirle como tiempo para que pudiera frenar, y poder pararse a tomar el anhelado bocadillo.
En esas pequeñas acciones que vemos cotidianamente, hay marketing. Quizás no el mejor de todos, pero existe un proceso de identificación de objetivos y utilización de técnicas y medios para poder alcanzarlos.
Si tu negocio es pequeño, ¿qué marketing has emprendido para poder posicionarlo?
Tomemos el ejemplo de Carlos, que tiene un pequeño negocio de renta de equipo de sonido.
Hasta hace un año, Carlos tenía su negocio de sonido como una entrada de ingresos adicional a su salario principal, como maestro. Normalmente sus ventas eran gracias al boca en boca: iba a un evento, ponía su sonido, repartía tarjetas y volantes. Esa era toda la actividad de marketing que tenía, y le daba ciertos resultados.
Sin embargo, un día decidió que quería aventurarse un poco más y se acercó a una agencia digital. La agencia le pidió, primero, que dejara de imprimir volantes: hay qué cuidar al medio ambiente. Una vez que se ahorrara ese dinero, le aconsejó invertir en marketing digital, poner una página de internet a la que llegara una campaña en la que su negocio aparecería a todas las personas que buscaran servicios de Luz y Sonido.
El acuerdo se hizo, se realizó una discreta campaña en Google Ads con objetivos de 5,000 visitas, y empezaron a caer la llamadas de prospectos de clientes. En la agencia le dieron un guión a Carlos, identificaron qué tipo de clientes llegarían y le pusieron procesos de cómo atender a cada tipo de cliente para garantizar cerrar la venta.
Cada mes, contabilizaban el número de clientes, el tipo de servicios y medían qué interesaba más, qué tipo de sonido era el que más vendían y cuánto pagaban. Los anuncios que estaban en internet los iban adaptando, y el presupuesto original de su marketing digital iba rindiendo cada vez más.
La agencia quería explicarle que todo iba mejorando porque mejoraban los clics por anuncio, el número de conversiones, el impacto de los anuncios en impresiones, pero a Carlos sólo le interesaba una cosa: más clientes. Y esa pequeña campaña le daba muchos más prospectos de clientes de los que podía atender.
Carlos dejó de dar clases. Se dedica todo el tiempo al negocio que le apasiona. Compró más equipo de sonido y sigue yendo a fiestas donde buscan sus servicios. El boca a boca sigue funcionando, es el valor más importante para un buen producto. Sin embargo, hoy Carlos está al alcance de cualquier persona que jamás haya conocido y que necesite un servicio de Luz y Sonido para el siguiente sábado en la noche.
Y Carlos es muy feliz por eso.